Razonamiento Inductivo
El razonamiento inductivo es aquel donde la verdad de las premisas hacen la conclusión más o menos probable. En este sentido, los argumentos inductivos son fuertes o débiles. Lo que caracteriza entonces a la inducción es que el paso de las premisas a la conclusión no es un paso necesario y automático. Siempre es posible que aunque todas y cada una de las premisas sean verdaderas, sin embargo la conclusión sea falsa. La diferencia no es que la deducción vaya de lo general a lo particular, ni que la inducción vaya de lo particular a lo general, aquí son fundamentales factores como la relevancia, peso, buen juicio, economía, oportunidad, etc. Por esta razón los argumentos inductivos se suelen comprender dentro de la concepción material de la argumentación. Es un procedimiento racional que consiste en partir de un caso, de ahí a la conclusión de la observación y de ahí a la norma. Amplía nuestro conocimiento y conduce a nuevas ideas y como consecuencia de ello, no conduce a conclusiones necesarias a partir de las premisas, sino solo probables.
En este razonamiento el punto de partida es el caso (C), después pasamos al resultado, mediante la reiteración o comprobación de varios casos (R) y finalmente se formula la norma (N). La inducción es una operación frecuente que se basa en la observación cotidiana y que permite la predicción de un hecho futuro a partir de un conocimiento ya adquirido.
El proceso de razonamiento es la vida diaria, que se basa en muchas ocasiones en inducciones y no en deducciones. La inferencia inductiva, a diferencia de la deductiva, no reposa en su forma. No extrae su fuerza de la conexión necesaria de las premisas, sino que la extrae de:
- la naturaleza del caso;
- el contenido de las premisas; y
- del conocimiento que añadimos.