El fracaso de la Comunidad Europea de Defensa y de la Comunidad Política Europea
Las carencias económicas y las divisiones políticas de la segunda posguerra hacían que Europa Occidental pudiera ser presa fácil de las dos superpotencias de la época, los EEUU y la URSS.
Desde luego, 1945 marcó el fin de un mundo que hasta entonces había sido dominado en las relaciones internacionales por Europa. Pero si en la nueva era resultaba imparable el fin de la homogeneidad y del eurocentrismo de la vieja sociedad de soberanías yuxtapuestas, el enfrentamiento ideológico y militar bipolar amenazaba a la identidad europea, basada en la libertad, y a la influencia y prestigio tradicional de Europa.
Aunque se evitó caer bajo la dependencia económica norteamericana gracias a la OECE, los temores por el expansionismo soviético eran anteriores e inmediatos al fin de la guerra mundial misma y fueron creciendo con los alarmantes acontecimientos posteriores. En definitiva, militarmente Europa Occidental vivió amenazada entre 1945-1950 por el temor a la invasión soviética y al resurgimiento del militarismo alemán y sin apenas medios para defenderse en caso de agresión.
Francia y el Reino Unido seguían creyendo que el mayor peligro estaba en Alemania y firmaron un Tratado de alianza y asistencia mutua (Tratado de Dunquerque, de 4 de marzo de 1947) que más tarde se extendió a los tres países del BENELUX, firmándose el «Tratado de colaboración económica, social y cultural y de legítima defensa colectiva» en Bruselas el 19 de marzo de 1948 (que a partir de 1954 se denominaría Unión Europea Occidental, UEO, con el ingreso de Alemania e Italia).
Aunque el Tratado de Bruselas no se pueda inscribir en los jalones que constituyen el proceso de integración, es seguro que esa alianza militar, especialmente a partir de 1954 como UEO, fue una fuerza motriz de la unidad europea manteniendo un vínculo político con el Reino Unido y tendiendo la mano a los vencidos (hoy la UEO está extinguida).
Ahora bien, de forma bastante clara, la creación de la OTAN (1949) tampoco se inscribe en el proceso de la unidad europea sino en el marco de la confrontación Este-Oeste que caracterizó la segunda posguerra mundial en tanto que mecanismo efectivo de defensa del sistema occidentalbasado en la libertad y en la democracia.
Pero no se podía pensar en un ejército europeo sin la presencia alemana. Por ello, W. Churchill propuso ante la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa (11 de agosto de 1950), y ésta apoyó, la creación de un ejército europeo unificado en el que participara Alemania. Sin embargo, Francia desconfió de esta propuesta británica que implicaba el rearme alemán. El tiempo y sobre todo la presión norteamericana así como la guerra de Corea hicieron madurar al Gobierno francés, que en 1951 presidía René Pleven, el cual encargó a Jean Monnet un plan similar al Plan Schuman, denominado «Plan Pleven», mediante el cual se preveía la creación de una Comunidad Europea de Defensa (CED, Tratado firmado el 27 de mayo de 1952).
La iniciativa francesa trataba de evitar el resurgimiento de un ejército alemán autónomo a cambio de la creación de un ejército europeo en el que aquél quedara absorbido en el conjunto. La estructura institucional era similar a la de la CECA. Sin embargo, la propuesta suscitó un gran debate.
La carencia de legitimidad democrática hizo pensar en un remedio urgente que tranquilizara la polémica en Francia. El Ministro italiano Alcide de Gasperi propuso la creación de una Comunidad Política Europea (CPE) y se encargó por los Seis a una asamblea ad hoc, formada por parlamentarios de la Asamblea de la CECA y del Consejo de Europa, la redacción del tratado de esta CPE, cuyas competencias serían las relaciones exteriores, la coordinación de las políticas económicas y el establecimiento de un mercado común fundado en la libre circulación de personas, bienes y capitales, el cual absorbería gradualmente a la CECA y a la CED.
Sin embargo, a pesar de la proyectada CPE, la Asamblea francesa rechazó la posibilidad de ratificarlo en una histórica votación el 30 de agosto de 1954; el cambio en la actitud francesa respecto del proyecto Pleven se explica porque se habían sucedido en Francia numerosos Gobiernos y las fuerzas políticas se habían dividido, especialmente los socialistas; los seguidores del general De Gaulle se oponían al ver en la CED un atentado a la soberanía nacional; los comunistas también por considerar que era una imposición americana. Aunque cuatro Estados ya lo habían ratificado y en Italia no se presentaban problemas, el rechazo francés provocó el abandono de la non nata CED y, con ella, de la CPE.
Se encontró una solución al problema de la defensa permitiendo a Alemania e Italia formar parte del Tratado de Bruselas, el cual fue modificado mediante los cuatro Protocolos de París de 24 de octubre de 1954, que rebautizaron al Pacto de Bruselas con el nombre de Unión Europea Occidental, «UEO», permitieron el rearme alemán al tiempo que le sometían a prohibiciones, límites y controles severos y más tarde facilitaron el ingreso de Alemania en la OTAN (5 de abril de 1955).