Del Acta Única Europea al Tratado de Maastricht
Tras el fracaso del proyecto Spinelli, el Consejo Europeo, reunido en Milán en junio de 1985, convocó la Conferencia intergubernamental (con la oposición del Reino Unido, Dinamarca y Grecia a iniciar la reforma), la cual, tras siete meses de negociación, aprobó el texto del Acta Única Europea (AUE) el 17 y el 28 de febrero de 1986.
El AUE fue una reforma importante; se denominó así porque afectó tanto a tratados fundacionales como a posteriores tratados modificativos y se articuló en un texto convencional único.
Las reformas afectaron a todas las Instituciones; insertó el Consejo Europeo (reunión de los Jefes de Estado o de Gobierno) en la estructura de los Tratados constitutivos, pero sin reconocerle status de Institución. El AUE atribuyó nuevas competencias a las Comunidades a fin de facilitar la consecución de un verdadero mercado interior y único para poner fin el 31 de diciembre de 1992 a las trabas físicas, técnicas y fiscales todavía existentes (barreras no arancelarias). El mercado interior y único se redefine como un «espacio sin fronteras interiores, en el que la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales estarán garantizadas».
El AUE incluyó, también por vez primera en un Tratado, la regulación de la cooperación política europea en materia de política exterior conforme a un régimen ordinario de Derecho internacional (art. 30 AUE).
El compromiso de lograr un verdadero mercado interior y único planteaba la idea de una moneda única. En efecto, el AUE llevó al Consejo Europeo, reunido en Madrid en junio de 1989, a anunciar, sin plazo determinado, una Conferencia Intergubernamental (CIG) a celebrar entre 1991 y 1992 ligada a la consecución de la Unión Económica y Monetaria (UEM).
Ahora bien, no se puede desconocer el impacto que produjeron los imprevisibles y vertiginosos cambios en el Este de Europa en los últimos meses de 1989 (caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989). Aquella aceleración de la Historia arrastró a una aceleración de las reformas deseadas y planeadas con anterioridad a los acontecimientos del Este europeo y que, a consecuencia de éstos, se hacían improrrogables. Así pues, los acontecimientos de 1989-1990 exigían imperiosamente un golpe de acelerador en su doble vertiente (UEM y Unión Política). La alternativa, esconder la vista a los nuevos «escenarios», hubiera podido acarrear el derrumbamiento de una Comunidad Europea desgarrada por el peso político-económico de una Alemania unida y polo de atracción de una nueva renacida Centroeuropa.
De esta manera, el Acta Única y la geopolítica fijaron la fecha de la siguiente reforma. El Consejo extraordinario de Dublín de abril de 1990 convocó simultáneamente las dos Conferencias Intergubernamentales.
El Consejo Europeo, en su reunión del 9 y 10 de diciembre de 1991 en la ciudad holandesa de Maastricht, llegó a un acuerdo sobre el texto que, finalmente, se adoptó y autenticó solemnemente el Tratado de la Unión Europea (TUE) el día 7 de febrero de 1992.El Tratado preveía la fecha del 1 de enero de 1993 para la entrada en vigor, si en aquella fecha se hubieran cumplimentado todos los requisitos que las Constituciones de cada Estado miembro establecen para la prestación del consentimiento. La revisión de los Tratados comunitarios exige, pues, la unanimidad de los Estados miembros expresada por cada uno de ellos conforme a sus genuinos sistemas de control democrático. Pero el pueblo danés rechazó en referéndum su aprobación (2 de junio de 1992), si bien un año más tarde en un posterior referéndum lo aprobó (18 de mayo de 1993); por el contrario, los referendos fueron favorables en Irlanda (de forma muy amplia) y en Francia (de forma muy ajustada).
El TUE provocó diversas reformas constitucionales: en Francia, en España (a causa del derecho de sufragio pasivo en las elecciones municipales) y en Portugal. En Alemania también fue objeto de reforma y, aun así, fue objeto de un recurso de inconstitucionalidad y la Corte Constitucional, en su sentencia de 12 de octubre de 1993, aceptó su conformidad, si bien estableció ciertos límites y salvaguardias muy controvertidos. Salvados todos los escollos, el Tratado de la Unión Europea entró en vigor el 1 de noviembre de 1993.
El Tratado de Maastricht ha sido la más importante reforma de los Tratados fundacionales. Creó la Unión Europea fundada sobre las Comunidades Europeas (pilar comunitario) y las formas intergubernamentales de cooperación en la Política exterior y de seguridad común (PESC) y de Cooperación en los ámbitos de la justicia y de los asuntos de interior.
El TUE modificó ampliamente los Tratados e hizo perder —con la fuerza que a veces tienen los símbolos— a la más conocida de las organizaciones comunitarias, la CEE, la adjetivación de «Económica», a fin de responsabilizarla de la asunción de un papel político general en el proceso de la integración europea, pasando a denominarse oficialmente «Comunidad Europea».