El estilo y la historia

¿Qué es el estilo?

Llamamos estilo a la manera personal de expresarse un escritor.

El estilo de las épocas

Ahora bien: si nosotros comparamos textos literarios de varios escritores de épocas distintas, notaremos enseguida:

  • que existe una cierta afinidad o semejanza entre los escritores de la misma época, y
  • que los estilos se hacen más diversos cuanta más distancia cronológica hay entre ellos.

Esto es debido, en primer término, a que cada época tiene unas formas concretas de expresión.

  • En cuanto al lenguaje.
  • En cuanto a las formas estróficas.
  • Finalmente, en cuanto a los temas.

Podemos, pues, afirmar que cada época literaria tiene un lenguaje, formas y temas que les son característicos.

La literatura y el arte

Y no solamente las obras literarias de un período conservan un tono propio y homogéneo, sino que las artísticas de la misma época se encuentran también dentro del mismo tono.

Pongamos un ejemplo: durante el siglo xvii se pone de moda en la literatura española un estilo recargado y difícil (culteranismo y conceptismo) que caracteriza el llamado período barroco. Pues bien: a medida que la literatura va haciendo sus formas cada vez más complicadas, la pintura gusta de análogas complicaciones, la escultura se hace retorcida y violenta, la arquitectura se recarga y se desborda de sus antiguos moldes. El arte, en suma, se hace también barroco.

Todas las manifestaciones espirituales de una época llevan el sello de la misma.

Los estilos y la historia

Veamos ahora de iniciar el estudio de la literatura con un breve esquema de los grandes períodos de la historia de la cultura.

Los tres grandes ciclos

La historia de la cultura universal se desarrolla en tres grandes ciclos, de Oriente a Occidente: el oriental, el clásico o grecolatino y el cristiano-occidental.

Los símbolos de estos tres grandes ciclos podrían ser, respectivamente, la pagoda, el templo griego y la catedral cristiana.

Esquema de las tres grandes culturas de la historia: la oriental, la clásica o greco-latina y la occidental cristiana.

El clasicismo y la cultura europea

Dejando aparte el mundo oriental, puede decirse que nuestra cultura procede de Grecia y de Roma. Así vemos que, a lo largo de los siglos, la cultura europea se alimenta de las reglas de la Antigüedad clásica.

El Renacimiento (siglos xv-xvi) y el Neoclasicismo (siglo xviii) son épocas famosas por su fidelidad a las leyes clásicas.

En cambio, la Edad Media, el Barroco y el Romanticismo las olvidan, dando plena libertad al artista.

La cultura clásica puede simbolizarse en este templo griego, lleno de simplicidad y de belleza, donde cada línea responde a una necesidad de la construcción las columnas sostienen el techo, cuyas vertientes están pensadas no como un capricho, sino lógicamente para derivar el agua de la lluvia.

La literatura oriental

Al estudiar la literatura oriental nos encontramos con una tendencia religiosa y una gran fantasía

Constituyen la literatura oriental: los himnos religiosos de ultratumba de Egipto; los grandes relatos fabulosos de la India, el sentido preciosista y detallado de la China, el sentimiento mesiánico del pueblo hebreo.

Estas literaturas son antiquísimas y cometían todavía cierto misterio poético y educativo y una gran exuberancia en las descripciones.

La literatura clásica grecolatina

Desde la aparición de la gran figura griega de Homero (siglo viii a. de J. C.) hasta la destrucción del Imperio Romano por los bárbaros (siglo v d. de J. C.) se extiende el inmenso período de la literatura clásica, así llamada —según una etimología aceptada— porque sirve para la clase, es decir, porque constituye un modelo.

Las reglas o preceptos que el griego Aristóteles y el latino Horacio dieron a los géneros literarios han sido, durante muchos períodos, una norma aceptada. Gran parte de la literatura europea, desde el siglo XV, surge de la imitación de la literatura clásica.

La literatura medieval

La gran cultura clásica grecolatina sufre un duro golpe con la destrucción del Imperio Romano por los pueblos bárbaros del Norte, que poseen una cultura muy inferior.

La perfección del latín, las normas y reglas clásicas se olvidan; el Cristianismo fervoroso de los primeros siglos ve, además, un peligro de paganismo en la cultura grecolatina. Surge, pues, en toda Europa, una literatura bárbara, primitiva, en idiomas nuevos e imperfectos, que canta las hazañas de los héroes o el sentimiento religioso y que, poco a poco, se va perfeccionando con nuevos estilos y aprendiendo nuevas formas. La vida social que, en los primeros siglos de la Edad Media, sólo se empleaba en la guerra, se va haciendo, cada vez más pacífica y refinada, agrupándose alrededor de los Reyes.

La literatura renacentista

Al llegar al siglo xv se produce en Europa un movimiento de curiosidad y de interés hacia la olvidada cultura grecolatina, que se llama Renacimiento.

Frente a la cultura preferentemente religiosa —interesada por lo divino— de la Edad Media, surge el interés por todo lo humano, por todo lo que de bello y de grande ha realizado el hombre.

Se llama, por ello, humanismo a esa magnífica curiosidad que da lugar a que tanto los escritores como los artistas vuelvan a buscar sus modelos en los clásicos de Grecia y de Roma. Aristóteles y Horacio son, de nuevo, los maestros infalibles de la creación literaria.

La literatura barroca

Al llegar al siglo xvii, algunos países, singularmente España, sienten la fatiga que inspira la imitación continuada de unos mismos modelos, y, buscando mayor originalidad, complican y recargan sus formas artísticas.

Las artes plásticas se producen con adornos y con figuras hasta lo inverosímil. Paralelamente los escritores se expresan de forma complicada y difícil, con numerosas metáforas, alterando el orden de las palabras y buscando con neologismos expresiones poco comunes. La literatura barroca llega a veces a hacerse ininteligible.

La literatura neoclásica

No todos los países se dejan llevar por este afán de complicaciones. Francia, sobre todo, permanece rigurosamente fiel a los modelos clásicos que ha resucitado el Renacimiento. Por ello, cuando las literaturas barrocas llegan a formas excesivamente difíciles, los artistas reaccionan en busca de claridad y vuelven de nuevo al Clasicismo, conservado, principalmente, por la literatura francesa.

Toda la cultura europea del siglo xviii se unifica, como en el Renacimiento, por el retorno a las reglas del Clasicismo. Aristóteles y Horacio vuelven a imperar. El arte y la literatura se hacen meditados y racionales, procurando que eduquen y eleven.

La literatura romántica

Vamos viendo, pues, como los gustos literarios evolucionan y cambian, a causa de la fatiga que, a la larga, producen todos los estilos. A finales del siglo xviii se experimenta en toda Europa un definitivo cansancio por las frías y rigurosas reglas clásicas. Ello conduce al Romanticismo, que es una revolución artística y literaria que predica, en primer término, la absoluta libertad del artista para crear su obra sin sujeción a las normas clásicas, tal como su espíritu la sienta.

El Romanticismo es una rebelión contra el gusto clasicista impuesto por Francia en el siglo xviii. Los románticos no aceptan reglas ni normas. No admiten que nadie pueda alterar la libre y espontánea sinceridad del artista. Los sentimientos deben ser expresados con toda su fuerza. Así como el Neoclasicismo gusta de lo equilibrado y racional, el Romanticismo gusta de lo poético, lo espontáneo, lo terrible.

Contraste entre la cultura barroca y la cultura neoclásica

(Siglo xvii) El barroco es el gusto del adorno por el adorno. Los elementos de una obra no sirven para construirla sino para ornamentarla. Así los capiteles y las columnas no tienen como finalidad sostener el edificio, sino enriquecerlo con mil figuras caprichosas.

(Siglo xviii) Volvemos a la serenidad clásica. El artista no puede inventar caprichosamente toda clase de formas, sino que debe someterse a las Normas que se derivan de los grandes arquitectos clásicos. He aquí la famosa puerta de Alcalá, símbolo del Madrid de Carlos III.

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